De repente aparece esa sensación de paralización e insatisfacción. Uno estudió o aprendió un oficio, quizá se casó, tuvo hijos y posiblemente adquirió o construyó una casa. Todo iba siempre cuesta arriba, hacia adelante. Pero de repente parece que ya nada va a cambiar en la vida y uno empieza a cuestionarse el sentido de todo.
Esa sensación fue bautizada como midlife crisis o crisis de la mediana edad, porque muchas veces ocurre a mitad de la vida. Son sobre todo mujeres y hombres de entre 40 y 50 los afectados. “De repente, uno se pregunta por el sentido”, describe esta crisis Fiona Waltraud Berle, coach para el desarrollo de la personalidad.
A la vez, a esa edad se hacen visibles ciertos límites. Uno ve cómo envejecen los padres. “Entonces se ve el envejecimiento propio matemáticamente”, dice Berle. Muchos sienten en su propio cuerpo las señales de la edad: los hombres pueden sufrir una merma de la testosterona o quedarse calvos. Las mujeres entran en la menopausia y en su rostro hay cada vez más arrugas. «Es como un pozo al que le siguen nuevos conocimientos y, en el mejor de los casos, medidas de modernización”, dice Berle.
Los afectados pueden aprender de las empresas. “Las empresas adaptan sus estrategias con regularidad”, dice Nina Steffens, que trabaja como coach sistémica en Berlín. Considera que las personas deberían hacer lo mismo: “Empezamos la vida adulta con una estrategia y sí o sí llegamos a un punto en que esa estrategia ya no nos sirve”.
En vez de midlife crisis, Steffens prefiere hablar de una «intersección», en la que uno se pregunta qué dirección debe tomar. O de un “punto de inflexión” en la vida de un adulto. Cabe aclarar: «También personas mucho más jóvenes pueden estar insatisfechas o tener la sensación de que su vida no es como se la imaginaban”.
No importa si ocurre a mitad de la vida, antes o después: es un punto en el que algo debe cambiar para volver a poder encarar con más satisfacción la vida cotidiana. “Muchos tienen crisis vitales una y otra vez”, dice Berle. Son momentos de control de calidad: ¿me va bien con lo que hago o no?
Hay que tomarse el tiempo y prestarle atención a nuestro interior, recomienda Steffens: “Se trata de conectarse otra vez con la voz interior”. Esas respuestas no se encuentran en la cabeza, sino en el cuerpo, allí donde anida el alma. La pregunta respecto de qué es lo que nos está pasando hay que hacerla hacia adentro. “Allí se encuentra el saber de quiénes somos”.
«El impulso para cambiar algo también puede venir de la propia pareja”, explica Steffens. Muchas veces son los que dicen: “Oye, tengo la impresión de que no estás satisfecho. ¿Qué te pasa?”.
«En la crisis se demuestra si una pareja es verdadera”, considera Berle. Si el amor es auténtico y la relación está intacta, uno reconocerá la necesidad de su compañero, lo aceptará, lo apoyará y le ayudará a encontrar respuestas. Además de la pareja, también un coach puede ofrecer apoyo a alguien para salir de la crisis con su punto de vista neutral. También ayuda una terapia psicológica para analizar más en profundidad el punto de vista propio.
Pero solo cada uno puede decidir por sí mismo si busca apoyo exterior o no, dice Steffens. “Y si opta por buscarlo, verá si prefiere que sea una terapia psicológica, o sea, un proceso más largo, o un coaching”.
Vía El Universo.